
Hacia días que estabamos esperando novedades del bebé, que parecía no querer nacer. El día que se cumplía la semana 41 justo, justo, tuve una contracción que fue diferente a todas las demás que había tenido hasta ese momento. Ahí supe, con certeza y sin dudarlo, de que había empezado el trabajo de parto.
Que suerte! pensé, porque sino empezaba sólo, el jueves de esa semana, ya tenía fecha para la inducción. Esa contracción concientizadora, fue a las 17.20 de la tarde, me acuerdo porque lo llame a mi marido y le dije, venite ya para acá. Tenía 3 horas para llegar... ese tiempo, yo tenía que pasarla sola y aguantar hasta que llegue, cosa que de repente, me pareció super difícil.
Tratando de que las cosas se mantuvieran lo másnormales posibles (en ese momento, las contracciones venian cada 10/ 12 minutos) me acordé que tenía clase de pilates a las 18.
Estuve yendo a Pilates durante las últimas semanas muy regularmente y creo que eso fue la gran diferencia con mis otros embarazos de lo bien que me sentía llegando ya a término.
Con una super panza, no me dolía la espalda, ni la cintura, dormia bien, me hinche sólo algún que otro día de calor, en fin ¡demasiado bien! Cuestión, llamo por telefono a Vivi, la profe, y le pregunto si no le importa que vaya igual, que estaba con contracciones pero que si ella me acompañaba, prefería estar elongando y respirando a estar en mi casa esperando que pase el tiempo. Dijo, amorosa, que no había problema y allí partí, en un remis. Las contracciones que seguían eran un poco más frecuentes y un poco mas intensas. Entre musica suave, charla amena y cronómetro de las contracciones, las contracciones pasaron a ser alarmantemente seguidas y mucho más dolorosas.
"Acordate que ya pasa", me decía Vivi. Yo me ponía en cuatro patas, siguiendo un instinto para manejar el dolor y movía la cadera de un lado al otro, como para difuminar el dolor y desconcentrarlo de un punto fijo. Ese movimiento fue salvador, tambien lo hacia sentada arriba de una de las pelotas grandes.
Cuando pasó el tiempo, Vivi. se ofreció llevarme de vuelta a casa pero cuando en el auto, los dolores fueron cada 4 y 3 minutos, y cada vez mas fuertes, a la primera sugerencia mía, Vivi dio la vuelta y encaramos para el hospital. Al bajarme del auto, me di cuenta de que en el asiento de atrás, Vivi llevaba una de esas pelotas que tanto me habían ayudado a elongar la cintura y le rogué que la bajara.
Llegó de estacionar el auto con la pelota bajo el brazo. Estamos hablando de una pelota gigante, verde, salvadora... Me senté ahí y cual gallina que empolla un huevo, no me moví hasta que me hicieron pasar. Estaba con 9 cm de dilatación. O sea que todo el trabajo del pre-parto había pasado entre esa hora y pico.
Pedí llevar la pelota a la sala de parto, y dijeron que si! Las enfermeras, doctores y parteras que la veian se reían y me preguntaban que hacía sentada ahí!!. Y yo sabía que era mi mejor aliada para bancarme el dolor que a esa altura no era nada suave... Cuando llego mi marido convencido que su hijo ya habia nacido se encontró a su mujer, una gran pelota humana, sentada sobre otra gran esfera verde, sonriente de que habia llegado a tiempo para el parto. JB nació 45 minutos más tarde y peso 4.2 kgs. Un torito. Fue un parto buenisimo y cuando lo cuento, todos se rien de lo mismo, de la pelota de Pilates!!
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